domingo, 2 de julio de 2017

OTOÑO MÍO




Eres un sueño dormido, un ángel que conocí hace mucho tiempo, una esperanza azul y a la vez el horizonte más tierno que he recordado. 
Te extrañé por la mañana, te pensé por la tarde, te quise tener cerca por la noche. 
No sabía que habías crecido casi de la misma manera que yo, no sabía que tus inseguridades y tus temores fueron los míos. ¡Y tan lejos que los experimentamos, cuando hubiéramos podido cobijarnos bajo el mismo cariño y el mismo abrazo! 
Abrazos... eso me recuerda el tan breve que me diste cuando te volví a ver y el último que me hubiera gustado darte, largo y profundo.
Eres sencillez y templanza, eres ternura y experiencia. Eres la promesa que le pediría a la vida para el resto de mi viaje. 
Eres esos hermosos negros que me miran y saben sonreír conmigo. Eres una partecita de mi que está prendida de tu corazón. 
Pero a la vez que te quiero, debo cuidarte, debo de conservar distancia y estar en la medida que me requieras, sea la siguiente semana, sea nunca jamás. 
Hace once años que te dejé de ver y mi intuición en ese entonces no estaba equivocada, tú eras un sol tibio que calienta de a poquito y que sabe fluir al ritmo del universo. 
Otoño mío, te quiero y mi forma de estar contigo es a través de mis letras, sin que te lastimen, sin que te sean amenazantes y cobijarte con mi pensamiento y mi corazón. 
Te hablaré desde mis sueños despiertos. Te hablaré desde mi soledad. 

Solo ya no estarás. 

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