EL LLAMADO DE LOS FANTASMAS: TRES MONEDAS DE PLATA.
Bajo la apacible luz de Luna
emerge una melodía familiar
como canto de sirena
como estruendoso batir de olas
surge el fantasma
bajo la superficie espumosa del agua sola.
No sonríe, sus ojos fijos
sólo penetran para vaciarse
en el punto más cálido del agua.
Espectral, sin sentido,
acecha a la tranquilidad
de las caóticas mareas en el amanecer.
Extiende la mano,
solicitando sólo tres denarios,
uno por cada año
de los días felices
que estaban llegando.
¡Cómo no complacerlo
a pesar del bolsillo vacío
de diamantinas y sonrisas!
Pero es tarde,
el mundo es otro,
diferente al que habitó
cuando alguna vez estuvo vivo.
No queda ya ni centavos,
ni monedas, ni denarios
y la figura vegetativa
tiende a marcharse.
Sigue prometiendo...
muy en el fondo sabemos
que no cumplirá.
Y seguiremos enredándonos
en los obscuros abismos del mar.
(Ya lo sé,
nuevamente traeremos roto el corazón).
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