lunes, 1 de julio de 2013
ALAS ROTAS
Desde un principio, el suelo estaba brotando
y la tierra comenzaba a producir para los más antiguos.
Las aves sabían la mejor melodía para una tarde o una noche,
para un claro y un desierto.
El agua presentía que su único destino sería aliviar la sed,
curar las heridas.
En un principio, el más primero había hablado
para augurarme tormentas eternas y pocos días de llovizna.
Había soplado sobre mí el fuego que consume los sueños,
que carboniza cualquier fantasía.
Y pasa de largo y deja esperanzas rotas, vasijas vacías.
Al cabo del tiempo nacería como un botón de margarita,
tan tierno que nunca vería las gotas de rocío
ni las heladas de invierno.
Desde un principio, me habían cortado las alas
para decirme que si llegara a volar
sería el fantasma que habita los llanos
y se dirige hacia la nada.
Sería el presagio del sinsentido,
la cadena que aprisiona el amor,
ese amor que permanecería en agonía,
precipitándose hacia el silencio del destierro,
hacia el corazón del no yo, muerto por el frío,
pero latiendo incesantemente por un rayo de sol,
el rabo de nube que me lleve a fundirme con las estrellas.
Y se deja venir desde lejos con un sólo mensaje:
la vida no es para siempre.
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