Pareciera que solo basta con contemplarlo,
su ser preciso y cadencioso
me lleva a lugares improbables pero soñados
bajo el velo de mis fantasías.
No me siento lejana
pues ha sabido acariciar
cada palabra que sale de mi boca,
con un sonido, con un silencio
que sabe inundar el espacio
con colores vivos y pocas sombras.
No me hace falta mirar el cielo
porque él me lo dibuja.
No hace falta evocar la ilusión
porque él la llama a mi puerta
y mucho menos buscar un poema,
porque él, caballero sonoro, lo pronuncia para mí.
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