Imagino la llegada
una larga incógnita que nubla mi mirada
y me cuestiona sobre la razón del viaje.
No sé si estarás,
inclusive, no sé si quieras hacerlo
porque, como siempre,
no te encuentras en la misma sintonía que yo.
Me engaño descubriéndote
en el hogar que es tu país,
que veré con mis propios ojos
y escucharé con mis propios oídos.
Porque sueño con que me baste
apreciar tu cielo,
pasear por tus calles,
sentir el frío viento
jugando con mi cabello
y habitar bajo tu sol,
ese sol que a la vez eres tú.
Y en esta dulce ilusión,
mis lágrimas rodarán porque no te tendré,
porque serás relámpago en la oscuridad
del que una se percata cuando ya no está.
Hasta que el silencio
ponga fin a esta duermevela
de casi un año de edad
donde cada noche me sobresalto
pensando en que todo esto
puede cambiar.
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