Es tarde y me siento lejana,
me siento convertida en títere de porcelana
que con un pequeño viento en contra,
me puedo romper en mil pedazos,
en partículas pequeñas que llevarán
lo que él anidó en sus brazos:
nada.
Y volarán y volarán al cielo
hasta perderse en el infinito confín del universo,
en el abrazo eterno.
Pero aún sigo completa, unida,
sin bases concretas que definan mi existencia,
estando aquí y estando allá...
Siempre tuvo la oportunidad de hacer nada en mí
y más nada
hasta que me rompiera por el peso de la nada.
Sigo teniendo en la mente suspiros,
sigo jugando con mi mente,
dejando mi conciencia a la brisa del mar,
al vuelo de las gaviotas.
Cada día, mi nada se convierte en fugaz esperanza,
en hubiera,
en un inmenso rosario de nada.
Pero esta nada
tiene muchos sueños por recorrer.
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