Siempre calma, serena, a veces dulce,
te he regalado varios versos,
algunos sin ton ni son,
otros carentes de rimas.
Pero la voz ha estado ahí
palpitando, latente,
con la suerte de que sea
al ritmo de tu corazón.
Y he tenido que callar
para no saturarte,
para no olvidarme
que tu cariño no es el mismo hacia mi.
Sol de invierno,
cómo hacer para que tus rayos
no me iluminen tanto,
para que tu fuerza
no de color a mi sonrisa.
Para que no seas la fuente
de mis sueños más deseados
y mis esperanzas más persistentes.
Bajaré la mirada y seré
un fantasma tras tu recuerdo.
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