Me dices sólo una palabra,
hablas de un sólo recuerdo,
compartes tu vida y tu alma,
y yo cada vez estoy muriendo.
Vives más allá de mis pensamientos,
de mis sentimientos más sinceros
porque solamente con tu reflejo
puedo disfrutar la luz del universo.
No soy más que un débil tallo triste
que sostiene la grandeza de su desierto
en donde un día espera, por lo menos,
que puedas tocarme sólo con un beso.
De pronto, observo y encuentro
un dulce y difícil destino incierto
en donde tú eres el único dueño
de mis esperanzas puestas en el cielo.
No tienes nada más que decir,
no tienes nada más que demostrar,
no hay nada más que puedas repetir,
que pronto, muy pronto te irás.
Esa mirada penetrante y entera
pasa reanimando a mi corazón en vela,
es esa mirada la que me pone tan cerca
de la pasión ardiente que tú me recuerdas.
Sólo pido un dulce padre que me cuide,
que pueda encontrar los miedos que me acechan
que, siempre y cuando esté tan cerca
de esta pequeñita que, a diario sueña
con encontrar en la partida
la misma felicidad perfecta.
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